En medio del enorme avance tecnológico y el desarrollo de los sistemas de guerra modernos, ¿no se ha convertido el “Cinturón de la Humillación y la Vergüenza” en mera chatarra superada por el tiempo?
En media del enorme avance tecnológico y el desarrollo de los sistemas de guerra modernos, ¿no se ha convertido el “Cinturón de la Humillación y la Vergüenza” en mera chatarra superada por el tiempo?
En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso
Dijo Dios Altísimo:
“Y si ellos se inclinan hacia la paz, inclínate tú también hacia ella y encomiéndate a Dios. En verdad, Él es quien todo lo oye, todo lo sabe. Y si quieren engañarte, en verdad Dios te basta. Él es quien te fortaleció con su ayuda y con los creyentes.”
(Sura Al-Anfal, versículos 61-62)
Después de una guerra encarnizada en la que el ejército de ocupación marroquí sufrió graves derrotas, plasmadas con la sangre pura de los combatientes del Ejército Popular Saharaui, y tras constatar que los intentos de legitimar la ocupación por la fuerza ya no eran efectivos y que el costo de la guerra se volvió insostenible, el difunto Hassan II propuso un referéndum, no por genuina voluntad, sino como un intento de legitimar la ocupación a un costo menor.
El pueblo saharaui se inclinó sinceramente hacia la paz, buscando evitar más derramamientos de sangre y destrucción, y para preservar vidas y recursos en una guerra ruinosa para la ocupación, aunque se les impuso enfrentarse a esta apuesta.
Tras la derrota del ejército de ocupación en la guerra de guerrillas y luego en la guerra de desgaste liderada por el Ejército Popular Saharaui, y con la desmoralización de sus tropas, Marruecos recurrió a la construcción del cinturón defensivo, un proyecto de ingeniería supervisado directamente por expertos israelíes y financiado por países del Golfo, equipado con material estadounidense.
El llamado “Cinturón de la Humillación y la Vergüenza” representó un punto de inflexión en el curso de la lucha nacional saharaui. Es necesario mencionar los tres o cuatro años en que se suspendieron las operaciones de combate debido a la falta de experiencia y conocimiento para tratar con un sistema defensivo avanzado equipado con radares, alambradas y minas antipersonales y antitanques.
Revisamos esta etapa para afirmar que la historia se repite: lo que antes parecía un obstáculo insuperable —las alambradas y los radares— no fue una barrera permanente, al igual que hoy los drones no serán un obstáculo duradero.
Tras años de observación y estudio, el Ejército Popular Saharaui regresó al campo de batalla, pero esta vez el “cinturón” representó un cambio en el balance de la guerra, ya que el costo material y moral para el enemigo ya no fue el mismo que durante la época de guerra de guerrillas, que había sido devastadora en todos los niveles.
La guerra de desgaste no duró mucho antes de que los saharauis fueran arrastrados a la trampa del “Plan de Paz”, encontrándose en un laberinto de promesas vacías de la ONU durante 29 años, en un desierto de injusticia e inequidad.
Ante el fracaso del proceso político, el Ejército Popular Saharaui retomó la opción de la lucha armada. El ocupante marroquí se apresuró a adquirir drones, cuya efectividad ha sido demostrada en varios conflictos como los de Azerbaiyán y Armenia.
A pesar de ello, el ritmo de operaciones dentro del “Cinturón de la Humillación y la Vergüenza” no se ha detenido ni un solo día, continuando desde el 13 de noviembre de 2020 hasta hoy con firmeza e inquebrantable voluntad.
Muchos “pensadores” y analistas marroquíes creyeron que este avance tecnológico decidiría el conflicto a su favor. Y el “Majzén” comenzó a ejecutar una estrategia de ocupación suave en la región, incluyendo una infiltración en la profundidad mauritana mediante diversos métodos que no detallaremos aquí.
Sin embargo, la verdad que todo saharaui debe saber es que el desarrollo de los drones y de los drones suicidas ha convertido el “Cinturón de la Humillación y la Vergüenza” en un simple esqueleto obsoleto, sin lugar en el campo de batalla moderno. Esta transformación favorece claramente al Ejército Popular Saharaui tanto a nivel operativo como estratégico.
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¿Por qué? Aquí las razones principales:
1. Dimensión tecnológica:
La fabricación de drones y drones suicidas no requiere tecnologías tan complejas como el enriquecimiento de uranio o la fabricación de armas nucleares. Se pueden obtener en poco tiempo, a bajo costo, y están disponibles en el mercado global. Las experiencias de los hutíes en Yemen y la resistencia palestina son un claro testimonio.
2. Facilidad para atacar objetivos estratégicos:
Ahora es posible atacar objetivos vitales como buques frente a las costas saharauis, la carretera hacia el paso de Guerguerat, además de minas, puertos, aeropuertos y toda infraestructura económica al servicio de la ocupación.
3. Ventaja de terreno:
El pueblo saharaui en las zonas liberadas no posee infraestructuras o instalaciones económicas que puedan ser atacadas, mientras que Marruecos sí tiene mucho que perder: aeropuertos, puertos, minas e instalaciones turísticas y comerciales, lo que genera un desequilibrio importante en la ecuación.
4. Ampliación del banco de objetivos:
El Ejército Popular Saharaui podrá en el futuro atacar en la profundidad del territorio marroquí, afectando sectores estratégicos como puertos, aeropuertos, fábricas e incluso el sector turístico, mediante ataques de drones de alta precisión.
Bahm MaouloudBaali (Mijek Media)
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